La Virgen del Rosario y nuestra Ciudad

La ciudad de Rosario debe su nombre y su fundación a una imagen de la Virgen María, bajo la advocación de “Ntra. Sra. del Rosario”, venerada aproximadamente desde  el año 1725 por una pocas familias españolas y aborígenes calchaquíes convertidos y residentes en el «Pago de los Arroyos», a orillas del Paraná. Este motivo los impulsa a cambiar el nombre del lugar por el de “Ntra. Sra. del Rosario” o “Capilla del Rosario”.

Alrededor de la pequeña iglesia construida en 1746, que guarda su imagen, se nuclea la primera población, y es su centro social y espiritual.

La Virgen María, bajo esta advocación de Ntra. Sra. del Rosario,  preside la primera bendición de nuestra bandera, el 25 de mayo  de 1812. Patriotas tales como Belgrano, Arenales y Güemes, se cuentan entre sus devotos.

En 1823 es nombrada Patrona de la cuidad y su festividad litúrgica es decretada como día de la fundación de Rosario.

Breve historia de la Advocación de Ntra. Sra. del Rosario

El 7 de octubre es el día de la celebración litúrgica de la Virgen del Rosario, advocación que hace referencia al rezo del Santo Rosario que la propia Madre de Dios pidió que se difundiera para obtener abundantes gracias. En el año 1208 la Virgen María se le apareció a Santo Domingo y le enseñó a rezar el Rosario para que lo propagara. El santo así lo hizo y su difusión fue tal que las tropas cristianas, antes de la Batalla de Lepanto (7 de octubre de 1571), rezaron el Santo Rosario y salieron victoriosas. El Papa San Pío V en agradecimiento a la Virgen, instituyó la fiesta de la Virgen de las Victorias para el primer domingo de octubre y añadió el título de “Auxilio de los Cristianos” a las letanías de la Madre de Dios.

Rosario significa “corona de rosas” y, tal como lo definió el propio San Pío V, “es un modo piadosísimo de oración, al alcance de todos, que consiste en ir repitiendo el saludo que el ángel le dio a María; interponiendo un Padrenuestro entre cada diez Avemarías y tratando de ir meditando mientras tanto en la Vida de Nuestro Señor».

Más adelante, el Papa Gregorio XIII cambió el nombre de la Fiesta al de Nuestra Señora del Rosario y Clemente XI extendió la festividad a toda la Iglesia de occidente. Posteriormente San Pío X la fijó para el 7 de octubre y afirmó: “Denme un ejército que rece el Rosario y vencerá al mundo”.

Enseñanzas de los Papas sobre el Santo Rosario

San Pablo VI, en la Exhortación Apostólica Marialis cultus, en consonancia con la inspiración del Concilio Vaticano II, subrayó el carácter evangélico del Rosario y su orientación cristológica.

San Juan Pablo II, en los albores del siglo XXI, añadió los “misterios luminosos” al rezo del Santo Rosario. Escribió, además, en su Carta Apostólica Rosarium Virginis Mariae, que esta oración mariana “en su sencillez y profundidad, sigue siendo  en este tercer milenio apenas iniciado, una oración de gran significado, destinada a producir frutos de santidad”.

Benedicto XVI afirma que es un medio espiritual valioso para crecer en la intimidad con Jesús y para aprender, en la escuela de la Virgen santísima, a cumplir siempre la voluntad de Dios. Es contemplación de los misterios de Cristo en unión espiritual con María (como subrayaba San Pablo VI)

Francisco, nos dice que el Rosario es una síntesis de los misterios de Cristo: los contemplamos junto a María, que nos dona su mirada de fe y de amor.

Cómo rezar el Rosario

Santo Domingo de Guzmán y el Santo Rosario

Según una antigua leyenda, la Virgen María se le apareció a santo Domingo de Guzmán en 1208, en una capilla del monasterio de Prouilhe (Francia) con un Rosario en las manos, el cual le enseñó a rezar y le dijo que lo predicara entre los hombres. Además, le ofreció diferentes promesas referidas al Rosario. El santo se lo enseñó a los soldados liderados por su amigo Simón IV de Montfort antes de la Batalla de Muret, cuya victoria se atribuyó a la Virgen María. Por ello, Montfort erigió la primera capilla dedicada a esta advocación.​

El Rosario se mantuvo como la oración predilecta durante casi dos siglos. Cuando la devoción empezó a disminuir, la Virgen se apareció al Beato Alano de Rupe y le pidió  que reviviera dicha devoción. La Virgen le dijo también que se necesitarían volúmenes inmensos para registrar todos los milagros logrados por medio del Rosario, y le reiteró las promesas dadas a Sto. Domingo referentes al Rosario.

Promesas de Nuestra Señora, Reina del Rosario, tomadas de los escritos del Beato Alano:

  1. Quien rece constantemente mi Rosario, recibirá cualquier gracia que me pida.
  2. Prometo mi especialísima protección y grandes beneficios a los que devotamente recen mi Rosario.
  3. El Rosario es el escudo contra el infierno, destruye el vicio, libra de los pecados y abate las herejías.
  4. El Rosario hace germinar las virtudes para que las almas consigan la misericordia divina. Sustituye en el corazón de los hombres el amor del mundo con el amor de Dios y los eleva a desear las cosas celestiales y eternas.
  5. El alma que se me encomiende por el Rosario no perecerá.
  6. El que con devoción rece mi Rosario, considerando sus sagrados misterios, no se verá oprimido por la desgracia, ni morirá de muerte desgraciada, se convertirá si es pecador, perseverará en gracia si es justo y, en todo caso, será admitido a la vida eterna.
  7. Los verdaderos devotos de mi Rosario no morirán sin los sacramentos.
  8. Todos los que rezan mi Rosario tendrán en vida y en muerte la luz y la plenitud de la gracia y serán partícipes de los méritos bienaventurados.
  9. Libraré bien pronto del Purgatorio a las almas devotas de mi Rosario.
  10. Los hijos de mi Rosario gozarán en el cielo de una gloria singular.
  11. Todo cuanto se pida por medio del Rosario se alcanzará prontamente.
  12. Socorreré en sus necesidades a los que propaguen mi Rosario.
  13. He solicitado a mi Hijo la gracia de que todos los cofrades y devotos tengan en vida y en muerte como hermanos a todos los bienaventurados de la corte celestial.
  14. Los que rezan Rosario son todos hijos míos muy amados y hermanos de mi Unigénito Jesús.
  15. La devoción al Santo Rosario es una señal manifiesta de predestinación de gloria.

Súplica a la Virgen del Rosario

«Reina del Santísimo Rosario, Dueña, Señora y Madre Nuestra!»
Virgen de nuestros mayores.

Tesoro de nuestras tradiciones.

Fundadora de la ciudad, a la cual honraste con tu nombre, salvaste en la peste, protegiste en las sequías y escudaste contra los ataques de los indios enemigos.

Tú eres la gloria, la alegría y toda la honra de nuestros corazones.

Bendice, Madre dulcísima, a todos los que te acompañamos como hijos y juramos como vasallos.

Cobija bajo tu manto a la ciudad que fue toda tuya y será siempre la «Ilustre y fiel»; ilustre en la integridad de su fe y fiel en el cumplimiento de sus santos deberes.

Bendice a nuestra querida Diócesis que se consagra enteramente a Vos.

Estrecha sobre tu pecho nuestra bandera «azul y blanca», para que sean siempre inmarcesibles sus triunfos.

Guíanos a Cristo para que sea nuestra luz, nuestra verdad y nuestro camino hacia el eterno triunfo en la gloria.

Así sea.

¡Reina del Santísimo Rosario, nuestra Fundadora y Patrona!

Ruega por nosotros.

Himno a la Virgen del Rosario
Patrona de la Arquidiócesis de Rosario

Señora, te dimos corona fulgente y perpetuamente resplandecerá.

En las tierras estas de la azul y blanca que en nuestra barranca lució el Paraná.

I

Reina del Rosario, Virgen Fundadora, te aclama y te implora la Fe de tu antigua Villa Ilustre y Fiel.

Donde aquella gente de cruz en la espada buscó tu mirada y fuiste «patrona jurada» de un bravo tropel…

II

Porque dominaron sequías y pestes tus gracias celestes,

Y a tu pago diste nombre triunfador,

haz que atesoremos siempre en la memoria,

Junto a nuestra historia, tus quince misterios de Gloria, de Gozo y de Dolor.

Versos de: SARA MONTES DE OCA DE CARDENAS

Música de: LUIS ORTIZ DE GUINEA